lunes, 22 de mayo de 2017

"La Semilla del Viento" (selección y opinión)

La semilla del viento.
Buenos Aires. 1947.
Edición de autor. Imprenta Ferrari.

Primer Premio de Poesía Municipalidad Ciudad de Buenos Aires 1947.
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.







SELECCIÓN DE POEMAS:

MIS ABUELOS VASCOS

Vinieron de muy lejos.
De más allá del mar. De las regiones
donde fueron paridas las montañas.
Vinieron escapando de la piedra,
buscando tierras anchas
con su secreta brújula de sueños.
Ellos necesitaban
una tierra más simple y menos dura
para sembrar la casa.
Tierra limpia de cercos, tierra abierta,
para poder mirar por las ventanas
el lejano horizonte donde nace
desnuda, la esperanza;
y seguir con los ojos,
desde el patio familiar de la calma
el irse silencioso
de todo lo que muere y lo que pasa.

Y llegaron aquí, porque sintieron
que en esta soledad, de leguas verdes
dormían, soterradas, las raíces
del viento que soñaron.

(Puedo verlos con una azada al hombro
tomados de la mano, caminando).

La pampa abrió su antigüedad de hierba
y ellos fueron echando
el tiempo por morir que les quedaba,
la tranquila expansión de los rebaños,
el origen del árbol y del trigo
y el signo de sus huesos
prolongado en el cuerpo de los hijos.

Por ellos soy. Por ellos tengo nombre.
Por ellos siento a veces que otras vidas
me invaden desde el tiempo
y sueltan por las frondas de mi sangre
la lejana presencia de la nieve
cayendo al cuenco de los hondos valles,
y la avidez del viento
arrojando sus hachas torrenciales
contra el pecho blindado de los robles,
y un trino de zampoñas
junto al viejo cantar de los pastores,
y el olor del redil y de hogaza,
y la fresca acidez de los membrillos
que dejan en el arca
el perfumado corazón del huerto
dormido con las sábanas.

Ellos pasaron ya. Ya son apenas
un poco más de tierra.
Pero siguen golpeando en la memoria
con sus puños eternos.

Cuando la muerte les borró en los ojos
el último destello,
era ya un eco vivo y repetido
la sembradura que empezó en un beso.
Sus nombres ya corrían por el río
de las gentes del pueblo.



MI CASA CAMPESINA

                                            I


Hoy otra vez estoy aquí mirando el campo
y descubriéndolo de nuevo, porque siento
que en el instante en que lo miro tiene origen
la eternidad de su infinito nacimiento.

Nunca había visto el trebolar de aquel potrero,
ni esa torcaz en ese aromo,
ni aquella nube apresurada, ni estos surcos,
ni ese compendio semental que exhibe el toro.

Estoy aquí, frente a la luz que me organiza
desde que dos cariños juntos me fundaron,
estremeciendo mis raíces campesinas
con la presencia del milagro.

Cada minuto transcurrido
marca el principio innumerable de la hierba.
Se hinchan las ubres con los ríos de la leche,
y el mismo brazo que hace espigas en la avena
custodia el vientre de las vacas fecundadas
y va ensanchando la mañana por la tierra.

Está golpeándome las sienes
la incontenible parición que me rodea.



                                                      II


Con los sentidos en desorden,
entre la alegre insurrección de las calandrias,
por un camino que me invento caminando
regreso al patio de la casa.

Y aquí está el perro junto al banco del abuelo
como una sombra con mirada.
Y allí el antiguo limonero y sus limones
condecorando la mañana.
Y allá un incendio de geranios, y las voces
de mis hermanos que me nombran y me aman.

Y en todas partes, desde el fuego a los manteles,
desde el rosal hasta las sábanas,
está la sombra de las manos de mi madre
como en el aire está la sombra de las alas.


                                                  III


Que siempre toque mis palabras
este armonioso acontecer de lo pequeño.
Quiero estar cerca de la flor y la sonrisa,
quiero vivirme entre ese fuego,
porque amo todo lo que lleva en sus arterias
la silenciosa muchedumbre de lo eterno.




FRENTE A LA INMENSA POTESTAD DEL TRUENO


Cruzaba yo por el altar festivo
del entrañable predio ganadero,
llevando junto a mí por compañero,
el gozo extraño de sentirme vivo.

Mirándome pasar por el sendero,
ungida por el soplo sustantivo,
sobre el frescor del trébol persuasivo
la vaca maduraba su ternero.

Quise nombrar con mi oración profana
la fuerza elemental y poderosa
que lleva nacimiento en su seno,

y comprendí que la palabra humana
era una breve alondra temblorosa
frente a la inmensa potestad del trueno.




EN PREDIOS ESTRIDENTES Y LEJANOS


Coronado de inviernos y veranos
era un dios terrenal, un tronco vivo
justificando su terrón nativo
con testimonio de sudor y manos.

Un día de rencor definitivo
abandonó la azada y sus hermanos,
y en predios estridentes y lejanos
echó a vivir su corazón furtivo.

Sereno fluye el río de su vida.
Fácil el pan, fácil el vino, extraña
la niebla pertinaz de la pobreza.

Pero en su soledad reverdecida,
el grito de la tierra lo acompaña
como un árbol hundido en la cabeza.



LA MUERTE


(EL NIÑO)



Era tan delicado, tan pequeño,
su corazón tan frágil, tan de sueño,
tan leve el sustantivo que lo nombra,
que la muerte, desde un lugar lejano,
no tuvo más que levantar la mano
y tocarle la frente con su sombra.


(EL BOYERO)


En vano lo busca el alba
y el caballo lo requiere
que ya el caballo y el alba
no lo tienen.

Por el camino de talas,
lentamente,
diez campesinos se llevan
el fin de su vida breve.
Y la tarde está cantando
como siempre.
Y los churrinches relumbran
como siempre.
Y esos árboles tremendos
que florecen…

Sólo el perro de la casa
lo comprende,
y por sus ojos cansados
pasa, mojada, la muerte.



OPINIONES:

"La comisión de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires encargada de distribuir los premios del Concurso Municipal de Literatura de 1947, jurado que como se sabe está integrado por los señores Leopoldo Marechal y Rafael Gijena Sánchez y el escribano Raúl M. Salinas como presidente, adjudicó los mismos de esta manera: / El primero en verso a Guillermo Etchebehere por su libro “La semillla del viento”, colección de poesías que fuera auspiciosamente acogida por la crítica especializada, que con rara ecuanimidad elogió la calidad de los trabajos que componían este libro. El segundo premio fue otorgado a la señorita, Elena Walsh, “Otoño imperdonable”, conjunto de poesías de indiscutida jerarquía. La autora colabora en la revista “El hogar”. / La distinción acordada a Guillermo Etchebehere es merecidísima. Es el reconocimiento a un valor joven en constante mejoramiento, cuya labor ya sido juzgada en libros anteriores: “Pulso de la tierra”, del año 1940 y “Jornada del hombre” editado en 1943. Con satisfacción muy honda destacamos hoy este galardón logrado por nuestro amigo y colaborador honorario y formulamos al mismo tiempo el sincero deseo de que no sea el último".

Recorte periodístico de origen no detectado. Puede servir la lista de revistas donde Etchebehere colaboraba, casi todas de la década del ´40: “Conducta”, “Argentina libre” –publicación antifascista-, “Laurel” y “El 40”. También podría tratarse de una publicación periódica cañuelense, como “La Voz de Cañuelas” aparecida de 1947 a 1949 a cargo de Elsa García.

“Etchebehere recoge aquí las experiencias que viven en su recuerdo, en sus años vividos en su pueblo natal, Cañuelas, trayendo el aliento profundo de la existencia campesina con un lenguaje de limpia calidad poética y permanente calor humano”.

De La Vanguardia. Sin firma ni fecha.

“Color, vigor, firme dibujo descriptivo, he aquí lo representativo de estos poemas. Su fondo humano se expresa a través de cosas netas. Y este pulso para mirar y expresar con palabras el mundo, señala en el poeta una voz y clima espiritual inconfundible”.

De La Prensa. Sin firma ni fecha.

El retorno de todas las cosas en la tierra que siempre permanece y sobre la cual pasan las generaciones, como lo señala el Eclesiastés y el poeta lo actualiza, es uno de los sentimientos que predominan en este bello libro, que comienza con la “presencia” de los abuelos vascos y termina con la conmemoración de seres que,
desde su siempretierra,
desde los hontanares del silencio
crecidos a la orilla de la pampa,
tal vez estén oyendo
las campanadas de la contramuerte
sonando a sembradura y nacimiento”.

De La Nación. Sin firma ni fecha.

Recorte que detalla los ganadores del Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires 1947. Periódico no detectado.

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